TIERRA DE LOS HOMBRES.
El 30 de diciembre de 1935, el avión pilotado por Antoine de Saint-Exupéry y su amigo André Prévot, que había despegado de Nueva York rumbo a Tierra de Fuego con exceso de combustible, se estrella en el desierto del Sáhara. Tras cinco días de coma y mientras convalece del terrible accidente, Saint-Exupéry escribe «Tierra de los hombres» con la perspectiva de quien contempla el mundo desde la soledad de una cabina de avión.
Escribe con la nostalgia de una infancia feliz y perdida, escribe para evocar el duro aprendizaje del oficio de aviador, homenajear a los compañeros Mermoz y Guillaumet, mostrar la Tierra a vista de pájaro, revivir el accidente sufrido junto a Prévot o revelar los secretos del desierto. Pero lo que de verdad aspira a decirnos es que vivir es aventurarse a buscar el misterio oculto tras la superficie de las cosas: la posibilidad de encontrar la verdad dentro de uno mismo y la urgencia de aprender a amar, único modo de sobrevivir a este universo deshumanizado. «Tierra de los hombres» se publicó en febrero de 1939 y en otoño de ese mismo año fue galardonado con el Gran Premio de la Academia Francesa y con el National Book Award en Estados Unidos.
"La historia del príncipe que se aburre en su planeta y decide recorrer el Universo para sacudirse su aristocrático tedio se le ocurrió a Saint-Exupéry cuando su avión chocó con la cumbre de una meseta en el desierto de Libia. No era el primer percance de su ya atribulada vida de piloto, pero sí uno de los que más materia literaria iba a brindarle, pues nutriría su mejor obra, depararía un relato y una emisión de radio, y tal vez dotó al piloto accidentado de los rasgos del pequeño príncipe que iba a arrobar a tantos muchachos en los cinco continentes. Pero la gran obra de Saint-Exupéry es "Tierra de los hombres". En ella no sólo recoge lo más espectacular de sus vivencias como piloto, sino también lo mejor de su estilo, poético y lúcido." JUAN BONILLA